Leía el otro día que un buen método para mantener fresca la memoria es hacer ejercicios de memorización. ¡Vaya información, pardiez!
Lo curioso es que el artículo hablaba claramente de lo útil que resulta por ejemplo aprender poemas, sonetos, por sus dimensiones y su métrica.
No he podido evitar recordar aquel maravilloso soneto de Gabriel Bocángel.
Huye del sol el sol, y se deshace
la vida a manos de tu propia vida,
del tiempo que, a sus partos homicida,
en mies de siglos las edades pace.
Nace la vida, y con la vida nace
del cadáver la fabrica temida.
¿Qué teme, pues, el hombre en la partida,
si vivo estriba en lo que muerto yace?
Lo que pasó ya falta, lo futuro
aún no se vive, lo que está presente
no está, porque es su esencia el movimiento.
Lo que se ignora es sólo lo seguro,
este mundo, republica de viento,
que tiene por monarca un accidente.