Sirenas de doble cola. Santibáñez de Esgueva (Burgos) - Oportet Editores

Sirenas de doble cola. Santibáñez de Esgueva (Burgos)

28 junio, 2020

Sirenas de doble cola. Santibáñez de Esgueva (Burgos)

En la ermita del Salvador que se alza en el pueblo burgalés de Santibáñez de Esgueva puede encontrarse algo poco frecuente en el románico español: tres sirenas de doble cola.

Que se dé tal milagro quizás pueda explicarse por su alejamiento de un centro de control religioso o por la audacia de los canteros. Pero reunir tres signos escultóricos de esta naturaleza no deja de ser excepcional.

Sabido es que, en la iconografía del románico, la sirena de doble cola servía para excitar la concupiscencia de los hombres. De los hombres, no de las mujeres. Y era un arma habitualmente esgrimida por los predicadores para fustigar los actos de lujuria.

En la foto se muestran la sirena interior (presente en el arco toral) y las dos exteriores: una, situada en el ábside; y otra, en una ventana orientada al sur. La primera detalla con cierta precisión los atributos propios de la anatomía femenina mientras el rostro se asemeja a una máscara primitiva. Flanquean la imagen dos figuras, que tocan instrumentos que parecen flautas. La incitación a la lujuria viene acompañada en este caso de la música, complemento indispensable para insuflar regocijo a la fiesta.

Ermita del Salvador, en Santibáñez de Esgueva (Burgos). Sirena de doble cola en el capitel del arco toral.

Por estar expuestas a la ferocidad de la intemperie, las sirenas exteriores tienen algo borrosos los rasgos faciales y poco definidos los atributos femeninos, aunque la que habita el ventanal exhibe una rotundidad carnal muy acusada, mientras que la alojada en el ábside, quizás por estar más alta, se percibe como más lejana. Pero se muestra igual de airosa y provocativa, asomada a una luz que, con paso lento y misterioso, se acerca con dulzores de alba.

Ermita del Salvador, en Santibáñez de Esgueva (Burgos). Sirena del ábside.

Expuestas al sol y a los pedriscos, a las luces y al hielo, las sirenas exteriores participan del esplendor de la naturaleza y se suman a la celebración del júbilo. Miran los árboles de la vega, examinan los huertos, contemplan la carretera, beben de la lluvia, duermen con la luna y se despiertan con la luz de la mañana.

Ermita del Salvador, en Santibáñez de Esgueva (Burgos). Sirena de la ventana orientada al sur.

         Y sueñan con el cercano mar de las espigas cuando llega el esplendor de primavera.