Si hacemos un breve repaso histórico, la primera mujer que ingresó en la Real Academia de la Lengua fue Carmen Conde, que ocupó el sillón en el año 1978, un hecho especialmente histórico debido a que sucedió en plena transición democrática española. La última ha sido Soledad Puértolas, que fue elegida el pasado enero de 2010. Entre medias, veintidós años y tan sólo cinco mujeres más han sido elegidas para ocupar un sillón: Elena Quiroga, Inés Fernández Ordóñez, Margarita Salas, Carmen Iglesias y Ana María Matute. En la actualidad sólo viven las cuatro últimas.
Si hacemos un breve repaso a la Real Academia, ésta fue fundada en 1713 con el propósito de fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza, lo que viene a resumir el lema limpia, fija y da esplendor que la Institución muestra en sus vidrieras. Si conjugamos el hecho de que es una Institución creada en plena Ilustración y época de apogeo de la razón y de las revoluciones, no es de extrañar que fuera una institución eminentemente masculina hasta bien entrado el siglo XX. Ahora bien, la elección de Soledad Puértolas viene a reconocer lo que ya anticipaban los seis nombramientos femeninos anteriores: la apertura de la Academia a las importantes figuras femeninas.
Es imposible volver atrás, pero si supusiéramos que la historia hubiera reconocido el papel de la mujer, una Institución como la RAE se hubiera visto enriquecida gracias a grandes personalidades destacadas. Por eso, no es descabellado ponerse a imaginar que de haber sido de otra forma, Emilia Pardo Bazán se podría haber sentado junto a Benito Pérez Galdós al igual que Rosalía de Castro lo podía haber hecho junto a Menéndez Pelayo. Por desgracia, esto ya no puede ser, pero sí que merece la pena pensar que en el futuro y gracias al progreso de la mujer en la sociedad y en todos los ámbitos profesionales, no volverán a perderse nombres tan importantes.
Qué bonito habría sido ver a Pardo Bazán en la Academia. Precisamente creo que fue con ella como consejera de Instrucción Pública cuando se aprobó el acceso de las mujeres a la Universidad, hace ahora 100 años.
Cuánta razón tienes Aurora, ahondando aún un poco más en este tema nos hemos encontrado a la que pudo ser la primera miembro de la Real Academia: María Moliner. Rafael Lapesa y Pedro Laín Entralgo la propusieron en 1972 y esto es lo que decía esta gran mujer: “Sí, mi biografía es muy escueta en cuanto a que mi único mérito es mi diccionario. Es decir, yo no tengo ninguna obra que se pueda añadir a esa para hacer una larga lista que contribuya a acreditar mi entrada en la Academia. (…) Mi obra es limpiamente el diccionario”. Más adelante agregaba: “Desde luego es una cosa indicada que un filósofo entre en la Academia y yo ya me echo fuera, pero si ese diccionario lo hubiera escrito un hombre, diría: ‘¡Pero y ese hombre, cómo no está en la Academia!”
Ya hace tiempo de esta entrada, pero me he vuelto a acordar de ella hoy. Ha sido al encontrarme con un post titulado «Escritoras a fregar» (http://historiasdehispania.blogspot.com/2010/05/escritoras-fregar.html)del que no puedo resistirme a copiar unas líneas:
«En la Historia encontramos también las candidaturas fallidas de mujeres señeras de las letras hispanas como son Concepción Arenal, Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber), Blanca de los Ríos y la muy fina Concha Espina. Los retruécanos inventados por las mujeres para poder llegar a la RAE son, en ocasiones, humillantes. Así le ocurrió, por ejemplo, a Concepción Arenal, quien llegó a aceptar ser nombrada académico, y no académica, para poder entrar; y ni aún así lo consiguió.»