Marruecos. El Ksar de Aït Ben Haddou
15 enero, 2020
En la provincia de Uarzazat y junto al río Ounila, se yergue desde el siglo XI un pueblo fortificado formado por casas de adobe (kasbahs) que van trepando por la ladera del cerro. El conjunto, buen ejemplo de la arquitectura existente en el sur de Marruecos, fue uno de los puntos estratégicos desde el que se abastecían las caravanas de camellos que recorrían la ruta que unía la antigua Sudán con las ciudades imperiales de Marrakech, Fez y Meknés.
Aquí el adobe se reafirma como un material capaz del adorno y la defensa, de la línea vertical y el laberinto, de la azotea que superpone planos hasta casi llegar al límite del cerro.
Traza calles y torres, interiores domésticos, puertas de muralla, almenas y galerías de arcos ciegos. No es como el adobe de Castilla, que no tiene ambiciones defensivas ni pretensiones imperiales, que no levanta fortalezas, sino cabañas y tenadas, paredes humildes y tapias olvidadas.
En este paisaje monocromático destaca sobremanera el estallido de color que dibuja la vibrante colección de bolsos y pañuelos.