La importancia de contratar a un buen traductor - Oportet Editores

La importancia de contratar a un buen traductor

24 noviembre, 2011

Hace unos días un servidor tuvo la triste ocurrencia de ir al teatro para ver cómo representaban Enrique San Francisco y Cristina Gallego Se quieren.

No entraré a analizar la obra —mediocre en su conjunto; con todo, bastante mejor ella que él—, sino un detalle concreto que me alarmó. Deformación profesional, tal vez.

A la entrada, uno se provee de la pequeña revista en que se da cuenta de los diferentes estrenos que a lo largo de los teatros madrileños se puede ir a ver. Prográmate, se llama la publicación. Lo lógico, a continuación, es ir a ver qué se dice sobre la obra teatral que uno va a presenciar. Ahí llega el dislate.

Esta obra —así lo recalcan— es un remedo de un espectáculo estrenado en Francia en 1996. Lo curioso (y lo lamentable) es que la pequeña sinopsis con que uno se topa es con toda seguridad una traducción cutre (con erratas, incluso) del francés. Transcribo a continuación:

«Todos los lados buenos y malos de la vida matrimonial de Isabel y Martín. Se aborda el tema matrimonio, donde surge la revelación por una reconciliación tras una disputa por una comida con Gerard y Toinette. Primero a través de sus conductas por una conversación telefónica, mientras se encuentran con sus amantes.
Una fuerte discusión con sus padres, trasluce en lo que termina siendo una profunda revelación».

Es verdaderamente sangrante la falta de profesionalidad del encargado de generar este contenido. Los «Gerard y Toinette» son los amigos de los protagonistas, pero obviamente en la obra francesa. No se han molestado ni siquiera en poner los nombres reales de los personajes. En fin, podría pasar por un error. Vale.

Pero… ¿qué me dicen del texto en general? Es un párrafo que no tiene desperdicio. A duras penas se entiende algo. Penoso.

Es evidente lo que ha pasado. Han cogido el texto francés y lo han traducido directamente con uno de esos traductores literales que proporciona la red, sin ningún criterio y, sobre todo, sin ninguna vergüenza.

Aunque a veces no se valora lo suficiente el trabajo de los traductores, este tipo de aberraciones demuestran que son profesionales indispensables.