A veces el otoño ya no puede acoger más hojas amarillas en el interior de sus entrañas y las abandona en los límites de la desmemoria, en la orilla de la última nostalgia, en la frontera de los últimos olvidos.
A veces el corazón ya no puede abrazar nuevos otoños y se desangra poco a poco al borde del camino.
A veces el recuerdo ya no puede cobijar nuevos restos de todos los naufragios. Y entonces estalla en riachuelos que conducen la hojarasca hasta un lugar donde la niebla tiñe de gris el rostro de la melancolía.

Qué belleza de fotografía.
El otoño, probablemente la estación más hermosa del año.
Enhorabuena al autor.
Gracias, Carlos, por compartir la belleza de una foto que no hace más que captar alguno de los infinitos detalles que ofrece la realidad.
La realidad, aquí, es el otoño, para mí también la estación más hermosa del año, por los sutiles matices que introduce en los colores y en la luz.
La foto capta las hojas caídas en el suelo de un pueblo de Cuenca que esconde otro regalo aún más extraordinario: un mosaico romano de grandes dimensiones que ya se puede visitar.