La corrección de estilo - Oportet Editores

La corrección de estilo

4 septiembre, 2012

La corrección de estilo

La corrección de estilo es un oficio histórico, que surgió con la aparición de la imprenta. Es también un trabajo humano irreemplazable, porque aunque hoy los ordenadores tienen programas que corrigen la ortografía, ninguna máquina es capaz de controlar el estilo y el ajuste de significado de un texto.

Más de una vez hemos hablado ya sobre por qué cualquier autor responsable debe poner su texto en manos de un corrector de estilo antes de ser publicado. Vamos a recalcarlo nuevamente.

Sobre todo hay que entender que el autor siempre se va a preocupar más por el fondo de sus textos, que por su superficie. Es lo lógico. Debe concentrarse en los contenidos, en el fundamento de su escrito. Todo eso conlleva, en muchas ocasiones, ciertos descuidos en la forma en que se exponen esos contenidos.

El corrector de estilo realizará una revisión literaria del texto del autor atendiendo a la gramática, a la ortografía, al léxico y a la sintaxis. Debe procurar plantearse si el texto transmite lo que pretende inicialmente el autor de forma precisa. Pero hay que tener en cuenta que debe hacerlo sin «apoderarse» del original, esto es, actuar con cautela, ser sensato y prudente. Solo debe corregirse lo imprescindible, aquello que verdaderamente sea susceptible de producir un equívoco en el lector, es decir, aquello que le pueda costar entender.

La pregunta que puede surgir es la siguiente: ¿se corrige de la misma manera una novela que un prospecto? ¿Se analiza de la misma forma un artículo de una revista de economía que un texto publicitario? Evidentemente no. Hay varios modos de escritura y, por tanto, diferentes tipos de escritos, por lo que es necesario que haya también diversos tipos de corrección de estilo.

El corrector de estilo, una vez que tenga el material al que se va a «enfrentar», deberá plantearse varias cuestiones y hablar con el autor, si fuera necesario. Es indispensable conocer el propósito del texto a corregir (no es lo mismo presentar una historia de ficción, un libro didáctico o un texto publicitario), a quién va dirigido, qué tipo de lenguaje se quiere destacar, cuál evitar, etc.

El corrector debe tener en cuenta ciertas áreas útiles para su trabajo: normas gramaticales, normas ortográficas, léxico y morfología, valoración textual (adaptarse a las necesidades del texto) y coherencia textual.

Como dice el profesor Antonio Hidalgo:

  • Un buen corrector cambia de perspectiva, dependiendo del texto: no es lo mismo enfrentarse a un texto publicitario, que a uno jurídico o literario. El corrector debe poseer olfato e intuición para conservar la voz del autor y, al mismo tiempo, aumentar su brillantez y claridad.
  • Hay que buscar la perspectiva, lo que significa moldear unos criterios propios. Para esto, es necesario conocer las diferentes herramientas de que dispone un corrector: diccionarios, gramáticas, textos de referencia y programas informáticos.