Muy enrevesado lo del revés de «las», porque puede interpretarse como que es un solo la, el último, al que hay que dar la vuelta, en vez de a los dos últimos.
Como me habéis musicalizado a lo Massiel eurovisiva, para esta Sal de la tierra, os devuelvo la musiquilla en formato aforístico del pretencioso Juan Poz:
1. Ningún lío tan musical como el enredo.
2. Solo música: mi fado relamido.
No veo el revés enrevesado. Dos notas iguales = las; una nota al revés = al; total, Lasal.
Cuando éramos chicos y empezábamos con el do-re-mi-fa-sol, como don Mendo, la pregunta era: «¿Cómo quedas musicalmente después de comerte un pastel?». Pero su merced ha mejorado en cuarto y quinto el «relamido» de la respuesta con ese fado posesivo.
Si ya lo decía Dorotea, antes de ser princesa Micomicona: «La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu»…
Al revés, sí, ¿pero cómo se indica que ese revés ha de serlo no solo para la última nota, sino para las dos anteriores? «Las al», pero ahora he de leer a lo árabe, y esta es la indicación que echaba en falta… Me imagino, por estas cominerías mías, que debe de ser un delicioso tormento componer aun el más sencillo de estos jeros…
Pues, querido maestro, porque las dos primeras notas están de pie (y por tanto al derecho = las) mientras que la tercera está boca abajo (es decir, al revés = al, con independencia de que la disposición en el pentagrama solo se deba a puro pragmatismo de la altura). ¡Pero estamos en el lenguaje simbólico del jeroglífico y no en el musical, carísimo cominero!
Ciego, torpe, obtuso, enrevesado, cernícalo y bocazas: mi menda que, habiéndolo escrito: «las al» no se percata del palíndromo… No hay más ciego… La suerte del aficionado a los cominos es que legumbrea sin flatulencias, aunque al abrir la boca confirma lo justo de la prohibición pitagórica… Presento las excusas sin disculpa que me acusan e inculpan.
Muy enrevesado lo del revés de «las», porque puede interpretarse como que es un solo la, el último, al que hay que dar la vuelta, en vez de a los dos últimos.
Como me habéis musicalizado a lo Massiel eurovisiva, para esta Sal de la tierra, os devuelvo la musiquilla en formato aforístico del pretencioso Juan Poz:
1. Ningún lío tan musical como el enredo.
2. Solo música: mi fado relamido.
No veo el revés enrevesado. Dos notas iguales = las; una nota al revés = al; total, Lasal.
Cuando éramos chicos y empezábamos con el do-re-mi-fa-sol, como don Mendo, la pregunta era: «¿Cómo quedas musicalmente después de comerte un pastel?». Pero su merced ha mejorado en cuarto y quinto el «relamido» de la respuesta con ese fado posesivo.
Si ya lo decía Dorotea, antes de ser princesa Micomicona: «La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu»…
Al revés, sí, ¿pero cómo se indica que ese revés ha de serlo no solo para la última nota, sino para las dos anteriores? «Las al», pero ahora he de leer a lo árabe, y esta es la indicación que echaba en falta… Me imagino, por estas cominerías mías, que debe de ser un delicioso tormento componer aun el más sencillo de estos jeros…
Pues, querido maestro, porque las dos primeras notas están de pie (y por tanto al derecho = las) mientras que la tercera está boca abajo (es decir, al revés = al, con independencia de que la disposición en el pentagrama solo se deba a puro pragmatismo de la altura). ¡Pero estamos en el lenguaje simbólico del jeroglífico y no en el musical, carísimo cominero!
Ciego, torpe, obtuso, enrevesado, cernícalo y bocazas: mi menda que, habiéndolo escrito: «las al» no se percata del palíndromo… No hay más ciego… La suerte del aficionado a los cominos es que legumbrea sin flatulencias, aunque al abrir la boca confirma lo justo de la prohibición pitagórica… Presento las excusas sin disculpa que me acusan e inculpan.