Fuentidueña (Segovia)
27 diciembre, 2018
Canecillo en la iglesia de San Miguel
La pareja lleva ocho siglos expuesta a la intemperie. Y aún así, sigue amándose con la misma fogosidad con la que fue sorprendida en la construcción románica del templo, con la misma intensidad copulativa de la primera vez, con la misma impudicia sostenida que le obliga a desvelar su intimidad a lo largo del tiempo.
Porque los amantes no se hallan en el espacio privado de una alcoba, lugar que por su propia naturaleza favorece la desnudez y la caricia. Se muestran en una vitrina arquitectónica, en una pared pública, en un palco de piedra. Y lo hacen exhibiendo las proezas de una virilidad que se mantiene incólume a pesar del frío y de la escarcha, que todos los días proclama el milagro de su vigor inalterable aunque lleve muchos años sufriendo el castigo de la lluvia y el azote del viento.
Ocho siglos copulando al aire libre. Sin que se apaguen los ardores y mengüen las fuerzas. Ajena la pareja a las asechanzas de la tecnología y las trampas de los ordenadores.