En tiempos de exámenes nadie se pregunta por su etimología, sino solo por salir a flote o no quedar en la estacada. Ya no es ninguna originalidad decir que examen viene del latín. O, para ser más precisos, es latín.
Pero también el latín tiene su historia: el término latino examen, neutro, es una contracción de ex-agmen. Y agmen -inis (que, a su vez, es una contracción de agimen, del verbo ago = ‘conducir’) significaba ‘multitud’, «y señaladamente de hombres y animales, como un ejército, un rebaño…; dícese también —prosigue Raimundo de Miguel— de las nubes apiñadas, de los pájaros, de las fieras, de los torbellinos de polvo, de los remos, de los átomos, de las estrellas…». Para provenir de un diccionario decimonónico, es un texto de extrañas resonancias borgesianas, y no he podido resistir la tentación de transcribirlo.
Quizá por eso en Cicerón examen puede significar ‘enjambre de abejas’, y en Plinio, examina piscium, un ‘banco de peces’. Pero en Virgilio denota la ‘aguja de la balanza’; y en Ovidio, examina legum es ‘la balanza de la justicia’. De este balance ha salido la acepción más común de nuestro diccionario. De este balance, el inglés examination, que dio lugar a un memorable verso de Wordsworth: Examinations, when the man was weighed / As in a balance!, «Exámenes en que uno era pesado / como en una balanza» (El preludio, III, vv. 69-70).
El examen es, pues, la hora del balance de los conocimientos, la hora de demostrar la competencia en una materia. El examen de oficios era muy corriente en los siglos áureos, y examen, una palabra frecuentísima. Cervantes recuerda en Rinconete y Cortadillo que el oficio de la esportilla «lo podían usar sin examen». Quevedo, con su habitual desenfado y aun desvergüenza, pide que haya examen de cornudos, y así, escribe en la Premática del Tiempo, 31: «Otrosí, sabiendo que esto de cornudo se va haciendo honra y granjería, y, por [no] saberlo ser muchos de los que lo son, resultan grandes daños e inconvenientes en la república, por tanto ordenamos que se haga oficio y que nadie sea admitido a él sin examen y aprobación, aunque sea comisario o platicante» (Prosa festiva completa, Cátedra, pág. 225); más adelante dirá algo parecido en El siglo del cuerno. Carta de un cornudo a otro (pág. 313).
Ciertas contaminaciones idiomáticas y semánticas han llevado a denominar exámenes a los análisis médicos (análisis es palabra griega que significa ‘separación’). Y es que, al separar los componentes o sustancias de la sangre con vistas a un diagnóstico, de algún modo se está haciendo un balance del estado de salud.