El artículo que sigue a continuación es una versión ligeramente modificada del publicado en el número 141 (enero-febrero de 2015) de puntoycoma, el boletín de los traductores españoles de las instituciones de la Unión Europea:
<http://ec.europa.eu/translation/bulletins/puntoycoma/141/pyc1415_es.htm>.
Desde entonces, los científicos siguen a la espera de que los paneles del módulo Philae, que tuvo un aterrizaje algo accidentado en el cometa «Churi», reciban suficiente luz solar para permitirle abandonar su estado de hibernación.
Lluvia tras el cristal |
En cuadernos cuidados |
copiabas esos nombres que eran su propio eco: |
regiones que sonaban a reino imaginario, |
ínsulas que sabían en la boca a secreto. |
Felipe Benítez Reyes |
Cuando redacto estas líneas, no hace muchos días que el módulo Philae ha aterrizado en el cometa 67P/Churiúmov-Guerasimenko, tras un viaje por el espacio a bordo de la nave Rosetta que ha durado más de diez años y, sin duda, habrá hecho alborozarse en sus tumbas a los miembros del Gun-Club de Baltimore.
La prensa ha informado abundantemente sobre esta misión de la Agencia Espacial Europea (ESA), que merece calificarse de proeza científica. Si bien es cierto que la grafía del nombre del cometa sobre el que se ha posado el módulo puede exigir más de una comprobación a los periodistas, nos llaman especialmente la atención las vacilaciones que ha provocado entre algunos locutores la pronunciación correcta de la palabra Philae. En los siguientes párrafos vamos a ver por qué la escribimos así, cuál es su origen, cómo debe pronunciarse y si existe una equivalente en español.
¿Por qué escribimos Philae y cuál es el origen del término?
Atendiendo al magisterio de José Martínez de Sousa —corroborado por el Libro de estilo interinstitucional de la Unión Europea—, el nombre de las naves espaciales o de las embarcaciones de todo tipo se mantiene en su lengua original y se escribe en cursiva[1].
Rosetta no parece despertar muchas dudas sobre su origen, pero puede que valga la pena recordar que Rosette (Roseta o Rosetta en español; Rosetta en inglés, alemán e italiano) es el nombre que recibió en francés la población egipcia de El Rashid, cerca de la cual se encontró la estela que permitió a Jean-François Champollion el desciframiento de los jeroglíficos.
Mucho menos conocido es que Philae era el nombre en latín de una isla fluvial —más bien, un islote— que hospedaba numerosos templos y que, ¡ay!, yace sumergida bajo las aguas del Nilo desde que acabó la construcción de la presa de Asuán, obra que, dicho sea de paso, también provocó que el Templo de Debod acabara en Madrid[2].
De la relación entre los topónimos Rosetta y Philae nos informa el sitio web de la ESA:
El nombre de Rosetta procede del de la «Piedra de Rosetta», una estela incompleta de basalto negro que contiene una inscripción con el mismo decreto sacerdotal relativo a Ptolomeo V en tres tipos de escritura: jeroglíficos y escritura demótica egipcios, y griego; por tanto, son solo dos las lenguas utilizadas. La gran importancia de la Piedra radica en que sirvió de clave para descifrar los jeroglíficos egipcios. Los científicos confían en que la misión de Rosetta sirva para desvelar los misterios existentes en torno a la evolución del sistema solar.
Philae, el módulo de Rosetta, se llama así por la isla homónima del Nilo en la que los arqueólogos hallaron un obelisco con una inscripción que confirmó su interpretación de los textos de la Piedra de Rosetta[3].
¿Cómo debe pronunciarse Philae?
Muchos locutores han venido pronunciando /*filáe/, lo que parecería lógico, vista la tendencia de los hispanohablantes a convertir en paroxítonos los topónimos y onomásticos desconocidos o sin tradición en nuestra lengua. Sin embargo, tendríamos que pronunciar /fílae/, ya que, en latín, -ae es un diptongo, y en esa lengua —en la que apenas existían palabras agudas— Philae es llana.
Plinio el Viejo o Séneca, escribiendo también en latín, mencionaron ese islote nubio que en griego se conocía como Φιλαί y que, transcrito a su lengua, se convertiría en «Philae» —o bien, ligando las vocales del diptongo, en «Philæ». Aún hoy no hay unanimidad entre los especialistas sobre si el nombre deriva de un presunto topónimo egipcio (Pilak) o no, aunque, desde luego, en épocas recientes parece que los lugareños nunca lo han denominado así, ni de forma similar[4].
Sea como fuere, el latín no hizo más que transcribir el nombre griego. Como tantos otros topónimos que acababan en griego en -αι, nos encontramos ante un sustantivo femenino plural, igual que Ἀθῆναι > Athenæ [Atenas] o Πατραί > Patræ [Patras][5] .
Si Philae es latín, ¿existe un topónimo equivalente en español?
Hasta aquí hemos estado viendo el topónimo latino, pero, si quisiéramos referirnos a ese islote en español —al margen de la expedición espacial a la que hacíamos referencia al principio del artículo— podríamos elegir entre varios exónimos.
Hemos detectado la existencia de al menos cuatro variantes del exónimo en español: Filae[6], File, Fílae y Filas; además, está atestiguado el crudo latinismo Philae. Las tres primeras variantes son simples adaptaciones fonéticas de la transcripción latina.
La Enciclopedia Espasa-Calpe cuenta con la entrada Filas, pero en esta remite a Philae, forma que utiliza también la Unesco en unas páginas web en español, «Monumentos de Nubia, desde Abu Simbel hasta Philae»[7].
Lo más lógico, a nuestro juicio, sería decantarse por el exónimo Filas si aplicáramos la misma evolución gracias a la que llegaron al español nombres como Atenas o Patras, ya mencionados. Filas es el que utilizan, por ejemplo, Yole de Vázquez-Presedo, autora de la traducción española de la clásica Historia de Egipto, de Étienne Drioton y Jacques Vandier[8], o los Amigos de la Egiptología[9] en su sitio web.
Como si le hubiesen brotado alas para rebelarse contra el destino que lo hunde bajo las aguas del Nilo, el islote de Filas parece revivir su viejo esplendor a muchos kilómetros de distancia, intrépido dardo clavado en un cometa con forma de habichuela gigante.
Miguel Ángel Navarrete
[1] Vid. Martínez de Sousa, José: Manual de estilo de la lengua española, 2.a ed., Trea, Gijón, 2001, p. 423; Unión Europea: Libro de estilo interinstitucional, Oficina de Publicaciones, Bruselas-Luxemburgo, 2011, Anexo B1.
[2] Los monumentos que seguían en pie en el islote eran esencialmente de época grecorromana y fueron trasladados a otro cercano, llamado Agilkia. Vid. Alcina Franch, José (coord.): Diccionario de arqueología, Alianza Editorial, Madrid, 1998, p. 338.
[4] Puede consultarse información detallada al respecto en Kockelmann, Holger: «Philae», UCLA Encyclopedia of Egyptology, 2012, https://escholarship.org/uc/item/1456t8bn#page-2 [consultado el 30.12.2014].
[5] Vid. Fernández Galiano, Manuel: La transcripción de los nombres griegos, Sociedad Española de Estudios Clásicos, Madrid, 1969; § 179, p. 62. El topónimo Φιλαί está documentado en otros escritores de la Antigüedad como Estrabón, Diodoro de Sicilia o Plutarco. Sin embargo, no está claro si el plural se refería realmente a más de un islote u obedecía a otra razón.
[6] La curiosa variante Filae se encuentra en Serra, Màrius: Verbalia, Juegos de palabras y esfuerzos del ingenio literario, Círculo de Lectores, Barcelona, 2001, p. 485.
[8] Drioton, Étienne y Vandier, Jacques: Historia de Egipto, 3.a ed., Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1973. Agradezco a mi compañero Javier Gimeno que me haya comunicado este dato.