La corrección es innegociable

Ya hemos apuntado en más de una ocasión la importancia de la corrección. Es un hecho objetivo que en el momento en que alguien escribe algo, ya hay posibilidades, si no se tiene cuidado, de que aparezcan las erratas.

Y no hace falta que sea la novela de turno o una tesis o un trabajo universitario de un número importante de páginas. Precisamente, el accidente puede llegar en un trayecto corto en una carretera local, permítanme el símil.

Un amigo fue hace unos días a comprar un destornillador a una de esas tiendas de chinos tan numerosas, en las que lo mismo se vende un árbol de Navidad que una caja de cerillas.

Entre esa balumba de objetos, acabó por dar con ese pequeño instrumento. Lo impactante esta vez no fue el contenido, sino el continente.

Ni que decir tiene que el elemento en sí estaba, esto es, el destornillador. Lo que no acababa de definirse bien era la lengua en que estaba escrito el texto que decoraba la cajita. Un remedo de español.

Sí, hagan la suma: 34 palabras (si hablamos del texto de la parte superior; en lo de abajo, mejor no entramos, aunque ese «Fuen La brada» no tiene desperdicio) de las que prácticamente una cuarta parte tienen erratas. Y qué decir del estilo…

No será improbable que alguien diga que a nadie le interesa lo que ponga en ese cartón. Que es absurdo fijarse en esto. No estoy de acuerdo. ¿Por qué hacerlo mal cuando se puede hacer bien?

Es necesario cuidar estos detalles si no se quiere ir poco a poco acabando con nuestra lengua. Es algo demasiado importante como para obviarlo.

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3 comentarios en «La corrección es innegociable»

  1. ¡Realmente no han acertado ni una sola palabra! Puntos en lugar de espacios, mayúsculas cada vez que empiezan una línea nueva, palabras mal escritas (Esigue, poroducto…) y… ¿Cómo debemos interpretar eso de «Mantenga.este.poroducto.del.alcance.De.los.niños»?

    Veo que para colmo tiene abajo a la izquierda el certificado CE de la Unión Europea… ¿Realmente alguien se cree que se lo hayan dado?. Yo personalmente creo que los bazares chinos son un nido de productos ilegales y peligrosos que no han pasado ninguna inspección técnica y que un día nos van a dar un disgusto.

    El contenido no es lo único útil, si la información de la caja está mal escrita o sin revisar nos estamos arriesgando a que los consumidores puedan hacer una mala interpretación de las instrucciones y sufrir ellos las consecuencias.

    ¡La corrección no debe tomarse a la ligera!

    Responder
  2. Tú sí que sabes, Borja.

    Seguro que alguna vez te ha pasado algo parecido comprando algo similar 🙂 Estoy convencido.

    Y, por cierto, hay una anécdota sobre lo que apuntas al final: es verídico que una mujer (creo que de un país nórdico) se confundió de tal manera con las instrucciones de su microondas que metió a su gato para secarlo después de un baño (insisto, no es broma). Mejor no quieras saber lo que pasó. La cuestión es que la señora denunció a la compañía y ¡ganó! Imagina.

    Voy a ver si recopilo bien la información y escribo un post sobre ello.

    Un saludo.

    Responder

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