Cónyuge - Oportet Editores

Cónyuge

30 marzo, 2012

No siempre, en efecto, es el habla popular la equivocada. Un ejemplo más lo tenemos en cónyuge.

«Cónyuge» viene directamente del latín coniugem, acusativo de coniux. Y significaba exactamente eso: «cónyuge». Pero su etimología remite a iugum, el yugo a que se uncían los bueyes, el yugo bajo el que se hacía pasar a los vencidos según recordaba Cicerón, el yugo que padecían los esclavos: el yugo. «Carne de yugo», otro verso de Miguel Hernández también llevado a la música. De forma que ser cónyuges significaba estar uncidos al mismo yugo, al mismo carro y al mismo remo. A la misma vida.

Pero de nuevo topamos con la fonética. La g latina no tenía ante ninguna vocal el sonido fricativo, velar y sordo de nuestra j, de forma que coniugem se pronunciaba siempre coniuguem. Hasta hace no mucho el pueblo, por instinto o por alguna rara memoria ancestral, siguió diciendo cónyugue, ignorando o resistiéndose a la pronunciación establecida procedente de la presión de la palabra escrita, de aquella g que no llevaba u detrás. O acaso, también de modo instintivo, solo pretendía sacudirse el yugo impuesto por la académica cama de Procrustes o por tanto corrector ultra.