Se le ve al joven caballero entregado a la lectura. Enfrascado quizás en un florilegio de romances, en las estrofas de un cancionero, en los versos de un poema que habla del amor cortés.
Se le ve leyendo. Leyendo bajo el arco de medio punto que acoge su sepulcro, abierto en una de las capillas funerarias de la catedral de Sigüenza.
¿Qué lee el Doncel? ¿Una Biblia de mano o quizás un libro de horas?
No importa lo que lee, sino el mismo hecho de leer.
Lee.
Lee y envía un mensaje contundente al indómito doncel hoy atrapado en las pantallas de plasma.
Lee don Martín Vázquez de Arce y, con ese gesto humilde y cotidiano que repite desde hace más de cinco siglos, nos invita a leer.