Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza - Oportet Editores

Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza

12 enero, 2017

Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza

Los lectores devotos de Unamuno saben que, en 1889, Unamuno hizo un viaje por Italia y Suiza con final en París, donde visitó la Exposición Universal y su mayor atracción, la recién inaugurada torre Eiffel. También saben que, durante los 49 días de su grand tour, fue anotando en una especie de diario lo que veía, pensaba y sentía.

En Oportet Editores aparecerá próximamente la primera edición de aquel diario de viaje, que durante décadas ha estado perdido y que, por su coherencia narrativa, puede considerarse su primer libro, ya que hasta entonces solo había escrito artículos o apuntes circunstanciales sobre temas variados. Pollux Hernúñez, autor de la transcripción, edición y notas, lo presenta así en las primeras líneas del prólogo:

 

En 1889, antes de cumplir los veinticinco e invitado por su tío Claudio, Unamuno, doctorado desde hacía cinco años y a la espera de ganar unas oposiciones y casarse, hizo un viaje turístico a Italia, con regreso por Suiza y Francia. El diario de este viaje, inédito hasta hoy, constituye una verdadera joya del gran escritor, como documento capital que es sobre su manera de observar, pensar y sentir en esos años de su juventud. Es, sin circunloquios, su primer libro.

Se sabía de la existencia de este diario, pues el mismo Unamuno lo menciona en varias ocasiones, como en 1924, en París, donde recordaba: «Conservo todavía los cuadernos en que entonces, a mis veinticinco años, anotaba mis impresiones de viaje». Y antes, en 1908, escribía a su traductor y amigo florentino Gilberto Beccari: «En mi Diario de viaje —que publicaré algún día— hay páginas de encendida admiración hacia esa Florencia donde bañé en luz mi espíritu a los veinticinco años». Beccari se ofreció en seguida a traducir y publicar esta obra, pero Unamuno lo eludió así: «como lo escribí a mis veinticinco años, lo encuentro ahora lleno de cosas que no me satisfacen y por otra parte tengo respeto a meterme a retocarlo. Es algo así como un documento privado y personalísimo. Lo escribí pensando para mí y sin el menor propósito de que fuese jamás publicado. Son desahogos de un muchacho».

[…]

El curioso lector se preguntará por qué ha tardado tanto en publicarse un texto tan importante, pues antes de ese viaje solo se conocen los artículos antedichos, mientras que la presente obra, aunque una mera colección de apuntes, constituye un conjunto sólido y coherente por su naturaleza misma. La respuesta yace quizá en el hecho de que, tras la muerte del autor, nadie se habría atrevido a hacerlo sin utilizar la tijera, pues ciertas afirmaciones del joven pensador lo habrían desaconsejado mientras hubo censura. Además el manuscrito debió de desaparecer pronto de entre los papeles de Unamuno y pasar por varias manos hasta llegar a las de su actual propietario, que lo adquirió hace años con otros papeles «en el mercado extranjero». Aunque prefiere guardar el anonimato, a raíz de la publicación de mi edición de Niebla me propuso la elaboración de una edición fidedigna pero «no universitaria» (fueron sus palabras) con ocasión del ochenta aniversario de la muerte del autor. Este es el resultado y no puedo sino manifestarle aquí mi más sentido agradecimiento por haber confiado en mí.

 

Este fin de semana la prensa se hará eco de este notable acontecimiento, del que seguiremos dando noticia en días sucesivos.