Por qué no fiarse del corrector on line

Imagino que a más de un corrector le ha pasado algo parecido. Aquel momento en que alguien le comenta: «No acabo de entender muy bien a qué te dedicas. Si lo que tú haces ya hay programas que lo llevan a cabo». Poco más o menos.

Me ha dado hoy por hacer una prueba. Atentos.

Pongamos el original:

«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».

La prueba del algodón. Introduciremos algunas erratas ex profeso:

«Mucho anos después, frente al peloton de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendia había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevo a conocer el hielo. Macondo era entonces unaaldea de veinte casas de barro y cañabrava construídas a la orilla de un río de agua diáfanas que se precipitaban por un chelo de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que mochas casas carecían de nombre, y para mencionarlas habia que señalarlas con el dedo».

Y aquí el resultado que nos propone cualquier corrector ortográfico on line (similar al que tiene Word):

Es decir, de doce posibles erratas, el corrector marca nueve palabras. Pero si lo analizamos detenidamente vemos que de las nueve ha señalado en rojo dos (Aureliano y cañabrava) que no debería. Hete ahí otro de los errores comunes de estos supuestos fiables correctores: también corrigen por exceso, con lo que el trabajo se multiplica.

La realidad es que este tipo de programas solo analizan palabra por palabra (sin tener en cuenta la homonimia), nunca prestan atención a estructuras mayores y, sobre todo, no pueden «comprender» el texto ni ciertas figuras literarias, con lo que la corrección será siempre incompleta.

Parece evidente, pero queremos recordarlo por si alguien tenía dudas.

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