Político

Político viene del latín politicus, y este del griego politikós, que, derivado de pólis, ‘ciudad’, ‘Estado’, significaría lo «relativo o perteneciente al gobierno de la ciudad o del Estado». En principio era adjetivo. Ahora es sustantivo, precisamente cuando más sustancia ha perdido.

Por desgracia, las cosas son más viejas. En pleno siglo XVII, Juan de Zabaleta dejó escrito algo que parece haberlo sido esta mañana. Hablando del «aseo y fortaleza» que han menester tanto el gobierno civil como el particular, decía:

«Esto, hecho con medios honestos y lícitos, es virtud o discreción, pero esto no se tiene ya por política, sino por candidez desaprovechada. Política sin grandes malicias no lo parece. Al que tiene por político el mundo es al que emboza la envidia de lisonjas, al que en virtud del disimulo sabe ser, sin riesgo propio, enemigo. Al que representa en la amistad al odre en la puerta del botero, que está, con apariencia de lleno, vacío. Al que enreda de tal manera a los hombres que es más fácil salir de un laberinto que de sus mañas. Al príncipe que sólo para engañar usa del juramento. Al que camina al fin sin dársele nada de los inconvenientes de la senda. Al que llama a los cargos a los facinerosos para exprimirlos luego, y al que tiene inquietud interior para engañar a todos y no fiarse de nadie… Los corazones políticos no están tan hondos que en breve tiempo no se vean, y muevan contra sí los corazones. El sol de un día descubre las cosas exteriores, el de muchos las interiores. La luz de las falsedades luego luego deslumbra, y después alumbra. Corta vida es la del embuste de los políticos, en breve tiempo quedan aborrecidos y sospechosos» (El día de fiesta por la tarde, cap. VI).

Solo en lo de la «corta vida» y el «breve tiempo» se equivocaba Zabaleta, pues no parece sino que ahora se premian en las urnas engaños, disimulos, embustes, corrupción y falsedades.

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2 comentarios en «Político»

  1. Una osada y leve correción temporal. No «sino que ‘ahora’ se premian en las urnas engaños», sino » que ‘siempre’ se premian en las urnas engaños», como bien nos lo demuestra la experiencia. Y ante esto, para nuestra desgracia, si bien cabe crítica, más cabe la mera y deprimente constatación. Salgo, enardecido estilísticamente de los «Proverbios morales» de Alonso de Barros, y hallo en ellos constataciones de hoy: «Ni puede haber trato honrado con palabras de dos haces»; » ni hay cosa que al trato humano ofenda como el mentir».
    Durante mucho tiempo me he negado a aceptar el derrotismo de que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece, pero la edad me desengaña y me avisa que los políticos están hechoa a imgen y semejanza de buena parte del pueblo al que gobiernan.
    Tengo la impresión de que lentamente mi madurez se va acercando a mi juentud, cuando la lectura y el saber en general eran soledad, refugio y consuelo.

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    • La corrección no es leve pero sí precisa. Y como el duque a Sancho, podría decir una vez más: «Con vos me entierren, mi señor don Dimas, que sabéis de todo». La temporalidad solo se refería a esos pocos años en que se nos hizo creer que teníamos algún poder de decisión. Pero, mira por dónde, vuesa merced tiene razón una vez más, y del mismo modo «que la belleza al culo se ha trocado», la urna en funeraria ha devenido. Volvamos, pues, al angulo cum libro, mientras «en fuga irrevocable huye la hora». (Alguno se preguntará, sin embargo, si no convendría tirar del mercado nacional del armamento…)

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